martes, 18 de febrero de 2014

DON ORIONE EN MAR DEL PLATA



Antigua imagen de la parroquia Sagrada Familia en el puerto. Foto de Sandra Speroni enviada a Fotos de Familia del Diario La Capital


 

Tanto la Iglesia como el Colegio de la Sagrada Familia fueron construidos en 1928. El conjunto forma un claustro. La Iglesia es de estilo neobarroco de inspiración portuguesa principalmente por el tratamiento de su fachada, como el frontón curvo partido, las columnas salomónicas de la entrada y detalles decorativos utilizando líneas curvas. La obra fue impulsada por la Señora Elisa Alvear de Bosch, a través de la Comisión auxiliar de las Obras Vicentinas de Mar del Plata y fue proyectada por Frigerio y Álvarez Vicente, en tanto que su constructor fue Arturo Lemmi. La figura del Cristo, donada por Elisa Alvear de Bosch, que corona la torre campanario constituye un hito referencial para la comunidad portuaria, de 3,5 metros de altura, la obra fue realizada en bronce ahuecado sobre una estructura de hierro. Su autor fue el italiano Raimundo Catteruccia y fue puesta en el lugar en 1938. Se accede a la iglesia por un portal de roble originario de Francia. En su altar mayor hay una reproducción de la Sagrada Familia, en cerámica francesa pintada. También alberga una imagen, en bronce, de San Constanzo, traída de Italia.las Damas Vicentinas, un grupo de mujeres pertenecientes a la elite porteña que veraneaban en Mar del Plata, instalaron una sede en el Puerto en el año 1919 y gestionaron la llegada de los sacerdotes Orionitas que misionaban siguiendo los pasos de Don Luigi Orione, fundador de la orden. Ambas instituciones coincidieron en el primer objetivo para la barriada portuaria: el establecimiento de una iglesia y de dos colegios, uno para varones y otro para señoritas, que ofrecerían a la población el acceso al culto católico.


Padre Carbone, Don Orione, Padre Zanocchi, Padre Dutto y padre Montagna

Así surgen, con el apoyo económico de la primera de estas instituciones y el espiritual de la segunda, la iglesia La Sagrada Familia, el colegio homónimo para varones y el colegio Inmaculada Concepción para las señoritas. Debemos recordar a Don Zanocchi que fue Provincial Superior de la Obra Don Orione y Don Montagna el primer sacerdote que se instaló en la zona del Puerto previo al Padre Dutto, quienes en sus cartas dejaron escrito innumerables datos, las mismas se concentran en el período que va desde 1922 hasta 1938, año en que el Padre Dutto fue trasladado a Buenos Aires para ocupar el cargo de Director y Administrador de la Obra Don Orione en Argentina, Uruguay y Chile.


El Padre José Dutto, en el centro, director del Colegio Sagrada Familia. La foto es de 1933. A la derecha el hermano Angel, maestro de segundo grado. A la izquierda el hermano Juan, maestro de primer grado. Segunda fila desde arriba, cuarto desde la derecha, Manuel Ramón, quien envió esta foto.
En el año 1917, operaban en el puerto unas 100 lanchas pesqueras de motor y a vela registrándose un alto número de familias relacionadas con la actividad que se radicaban en la zona. En 1922, año de la inauguración oficial del puerto, el barrio contaba con 1800 habitantes y las lanchas pesqueras llegaban a 150. El diario La Prensa señalaba al respecto:

“Con la habilitación de la dársena de pescadores, muchas familias que se dedican a la venta de pescados se trasladaron a las cercanías de puerto. La pequeña villa recibió este aporte y las viviendas se alinearon a lo largo de las primeras calles.Así nació el barrio del puerto. La villa se ha ido extendiendo y cuenta ya con varios centenares de viviendas ocupadas en total por más de dos mil habitantes.”

Hacia 1924 el pueblo del Puerto de Mar del Plata, como se lo denominaba en ese momento, abarcaba desde la avenida Martínez de Hoz hasta la calle Juramento y desde la actual Av. Juan B. Justo hasta la calle Vértiz. Esta zona era atravesada por el arroyo del Barco que desembocaba en el mar y se encontraba sin entubar. Dicha zona se fue poblando con inmigrantes del sur de Italia, en su mayoría sicilianos, puglieses, campanos y calabreses, que junto a los obreros de la Empresa Francesa constructora del Puerto y a inmigrantes españoles, belgas y sirio libaneses, fueron dando un perfil de identidad a la zona.


“Fiesta del Pescador, 1935: Procesión religiosa desde la Iglesia “La Sagrada Familia” (Rondeau y Magallanes) hacia la Banquina de Pescadores, encabezada por Don Luis Orione. (Obsérvese al fondo, la Usina Vieja y que en la cúpula de la iglesia aún no se había colocado la estatua de San Salvador”. Esther Beatriz López Ramón

Para algunos era una zona de ranchos con techos de chapa y zinc que empañaba la vista desde el golf club de Playa Grande. Para otros era un -far west-,un barrio desolado donde no existían las mínimas condiciones para la vida como el agua corriente, las cloacas o la electricidad, a lo que se sumaba el reinado de la violencia y el incumplimiento de la ley. Otra visión que se tenía de la zona era la de un foco de anarquistas, comunistas y socialistas que buscaban organizarse a nivel obrero y oponerse a la instalación de instituciones religiosas o benéficas.



El Censo de la Prefectura Naval Argentina en los años 20 sobre un total de 690 personas ocupadas en la captura, nos dice que un 15 % era de origen argentino.

-¿Qué significa ese montón de latas que brillan en un bajo y que deslumbran a los que juegan al Golf? Es un pueblo de más de tres mil almas. Es un barrio de Mar del Plata. Son obreros que trabajan en la piedra de la cantera o en las aguas del mar, con el ahínco de los que buscan oro o tienen muchos hijos.

(Palabras de Juan José de Souza Reilly, corresponsal de la Revista Caras y Caretas.)


Don Orione - Foto extraida del sitio sagradafamilia.webs.com

La población del puerto vive en condiciones deplorables. Las calles intransitables, la iluminación escasa, la carencia de toda obra que signifique la conquista urbana acusan la inercia gubernativa, la población permanente del barrio, dedicada al comercio pesquero cuenta con 2.000 habitantes que carecen totalmente de servicios sanitarios, y la clase de viviendas, en su mayoría de madera, no permite la instalación de una red completa de cañerías para el servicio de agua y cloacas-.(La Prensa, 25/2/1935).

"Los grandes, en general, son muy desconfiados e indiferentes por el ambiente obrero y de miseria en el que viven. En toda la Argentina, me dijo el ingeniero director de las obras del Puerto (un ferviente católico), existe una única sección oficial del partido Comunista reconocida por el soviet de Rusia y está justo aquí en el Puerto de Mar del Plata. Por lo tanto se puede entender el ambiente completamente corrupto que existe".

(Carta del Padre Dutto a Don Orione,MdP,25/5-1926).

El Censo de Pescadores que viven en el Puerto, elaborado por el Departamento de Obras Públicas de la Municipalidad de General Pueyrredón. En 1937, constata que vivían en la zona 2.553 personas, de las cuales cerca del 10 % eran pescadores, aunque si los sumamos a las esposas e hijos encontramos que la población relacionada con la pesca la componía el 32 % del total (820 personas).Entre los hombres encontramos una importante mayoría de italianos (88%),seguidos por los españoles (8%)y sólo 9 argentinos. De ellos, más del 75% eran casados, siguiendo en menor porcentaje los solteros y los viudos.


Padre Dutto (al centro) junto al papa Pablo VI y el Padre Zanatta

La imagen de desolación y abandono del área marcada por los periódicos de aquellos años unida a la existencia de focos anarquistas y socialistas y la importante cantidad de inmigrantes unida al problema de escolarización de sus hijos, eran los elementos que preocupaban a dos instituciones, una benéfica y la otra religiosa y que llevaron a la instalación de las mismas en la zona. 

Don Orione parla alla Radio argentina 25-4-1935

Así, el padre Dutto, pionero en la zona, describía sus primeras impresiones sobre la realidad encontrada:

“Es gente pobrísima llena de odio de clase, especialmente contra los ricos que delante de sus ojos ganan millones mientras ellos no tienen ni pan ni casa. En casillas de zinc viven numerosas familias en promiscuidad y con un estilo de vida deplorable. Gracias a Dios, Don Montagna pudo realizar un poco de bien; yo trataré de hacer lo imposible por imitarlo. Con los adultos se puede hacer poco en cambio con los chicos se podrán obtener buenas cosas”.

Las Damas Vicentinas y en su preocupación por cambiar, por una lado, la imagen de abandono y desolación que caracterizaba a la zona y por otro, controlar los elementos anarquistas y socialistas que existían y que podían acrecentar cualquier conflicto de tipo social. Este grupo de mujeres pertenecientes a la elite porteña que veraneaban en la ciudad instalaron en el año 1919 una sede en el Puerto. Si bien Elisa Alvear de Bosch fue presidente de la comisión a nivel nacional entre los años 1934 a 1937, gravitó de manera decisiva en el grupo dedicado a la ciudad de Mar del Plata.


Fachada de la Iglesia La Sagrada Familia

La Comisión de Damas Vicentinas influyó en una importante cantidad de cambios que se fueron dando en la zona no solo en el espacio urbano sino también a nivel de conductas sociales de los pobladores. Para ello, gestionaron el arribo de los sacerdotes orionitas que colaborarían en la tarea misionera. La primera iniciativa de las Damas Vicentinas fue la construcción de la parroquia La SAGRADA FAMILIA y del colegio homónimo. Debido a ello, promovieron la llegada de los sacerdotes orionitas a inicios de los años 20.En pocos años, la Iglesia y el colegio estuvieron terminados.
El propio Padre Dutto alma mater de los orionitas en el Puerto, confirmaba a través de una carta dirigida a Don Orione, la rapidez de las obras:

“Vino la señora Elisa Alvear de Bosch desde París con unos planos grandiosos del nuevo santuario del Salvador y del colegio. Dice que se concluirá rápidamente todo lo que está en construcción y que se necesitan más de 2 millones de pesos”.

El accionar de las vicentinas combinaría las formas de beneficencia tradicional (reparto de alimentos y guardapolvos para los niños) con el apoyo a este grupo de damas formaba parte de las Conferencias de Señoras de San Vicente de Paúl que se había constituido en 1889 con el apoyo del arzobispo de Buenos Aires, monseñor Aneiros. Formaban parte de ella: Elisa Alvear de Bosch, Elisa Bonorino Udaondo de Sojo, Estanislada Anchorena de Paz, Rosa Sáenz Peña de Saavedra Lamas, etc.


“Foto obtenida por mi padre, Francisco Ungaro en la Fiesta de los Pescadores en el Puerto de Mar del Plata el 12 de Febrero de 1939″. José Francisco Ungaro.

En su mayoría, las integrantes de la comisión formaban parte de otras sociedades de beneficencia. En este caso las mismas damas estuvieron en la conformación del Asilo Unzué que fue la primera iniciativa de este grupo de beneficencia en la ciudad. Otra de las iniciativas llevadas a cabo por esta Comisión de Damas fue la propuesta de una Delegación Municipal en el barrio. Evidentemente, sus contactos e influencia a nivel político, llevaron a la creación de una Delegación Municipal en el año 1936.


Nave central de la Iglesia

De esta forma, el llamado -Far West- marplatense logró transformarse, poco a poco, en una zona de crecimiento y de empuje. Este grupo de mujeres de la élite porteña se unió a sectores altos de la sociedad marplatense de ese momento como también a los políticos dirigentes que gobernaban a nivel nacional y provincial, tales como José Luis Cantilo o Manuel Fresco.
Tal es así que, su acción asistencialista se vio favorecida monetariamente con las colaboraciones personales de estos personajes políticos o con subsidios oficiales que procedían de la Cámara de Diputados de la Nación y del gobierno provincial. Así, junto a las obras edilicias realizadas como la escuela y la parroquia La Sagrada Familia y la escuela Profesional de Niñas, se suman el impulso dado a la distribución de alimentos, útiles y ropa a los hijos de las familias de los pescadores.
Relata el Padre Dutto este tipo de colaboración:

“El día de San José nos vino a visitar la señora de Ocampo, vicepresidente para Mar del Plata, y se quedó contenta. Nos trajo unas cien corbatas para el invierno y nos mandará los guardapolvos ..el día de Pascua dimos, a todos los niños que tomaron la comunión, chocolates y leche con galletitas. También distribuimos caramelos y fue un mundo de niños. Las niñas eran 115 y los niños muchos más. El domingo se distribuyeron los premios por la presencia al catecismo y a la misa. Teníamos casi 250 entre medias,corbatas de lana, camisas y vestidos”.

Pero este accionar en esta tierra de misión, no pudo realizarse sin la colaboración de los sacerdotes orionitas. Así, en la Memoria de las Obras Vicentinas en Mar del Plata, se recalca el papel desarrollado por los mismos: -gran parte de este éxito se debe sin duda a la acción eficiente, tan modesta como inteligente y perseverante, de los sacerdotes del Padre Orione, que la atienden.


Cúpula de la iglesia Sagrada Familia

Recibidos con evidente recelo por los pobladores del puerto, han logrado con su bondad, desarmar toda resistencia y puede asegurarse que hoy son los mayores amigos de los rudos trabajadores del mar. El panorama que ofrecen las cartas del Padre Dutto sobre sus primeros años en el Puerto no era muy halagador. Así lo describía en una de sus primeras comunicaciones a la Obra religiosa:
“Este barrio está lleno de casillas de madera y de zinc. Todos son pobrísimos y miserables. Además, más de una vez viene al colegio algún chico sin camisa… están abandonados y son ignorantes en un modo absoluto en lo que respecta a la religión. Sus padres son incrédulos e inmorales, verdaderamente pequeños salvajes.”
A la imagen de desolación y abandono gubernamental se sumaba la falta de medios de las familias residentes y la poca instrucción de los habitantes de la zona. Será a partir de esta primera radiografía que el Padre Dutto iniciará una serie de actividades en forma individual o conjunta tendientes a cambiar la situación de la barriada portuense. Una de las primeras acciones protagonizadas por los Orionitas fue la construcción de la parroquia y del Colegio.
Allí fue decisiva la colaboración económica de las Damas Vicentinas que permitió el levantamiento de las obras edilicias pero que, sin el accionar de los sacerdotes, hubiera quedado estrictamente en el plano material. En relación a la actividad escolar, Dutto demostraba que el colegio crecía rápidamente año a año y que incluso opacaba numéricamente a la escuela pública situada en el barrio:
“En el Puerto hay también una escuela pública hasta el cuarto grado, pero en pocos días nuestras pequeñas aulas se completaron y debimos rechazar algunos pedidos de ingreso. Los alumnos son 54 en dos grados y no podemos aceptar otros para este año. Para el próximo año, esperamos abrir otros grados, si llegan otros misioneros desde Italia”.
Evidentemente, la realización de la parroquia y el colegio fueron fundamentales ya que constituyeron uno de los ejes dinamizadores de la sociedad portuaria, tanto por su rol trascendente en lo que respecta a las cuestiones de culto como a la actividad social que algunos de sus feligreses llevaron a cabo en el barrio. La misma asumió un notable papel en la dinámica social portuaria entre los años 20 y 50,a tal punto que puede considerársela como una de las instituciones impulsoras de los cambios sociales experimentados en la época y una clave para la consolidación de las identidades culturales de la población portuaria.
Los motivos que impulsaron a esta orden católica a instalarse en la zona, debemos recordar que en aquella época el Puerto era considerado como una -tierra de misión-,la impronta Dios, patria, hogar, articuló e impulsó un conjunto de acciones destinadas a la concreción del orden social y la elevación moral de quienes en definitiva constituían el grupo donde potencialmente podían tener mayor arraigo las ideas -peligrosas- identificadas con el comunismo y el anarquismo.
Probablemente, estas políticas perseguían al fantasma de los sucesos de la Semana Trágica que ocupaban una posición central en los fundamentos de la creación de la escuela parroquial. Pasados más de quince años de su fundación, el Semanario El Puerto describía los fines y las actividades desarrolladas hasta esos años por la obra orionita:
“El Colegio tiene por fin educar e instruir a los niños en los sagrados amores de Dios, de la Patria y de la Familia, preparándolos para ser miembros útiles a sí mismos y a la sociedad, según los principios del recto vivir cristiano. Esta escuela ejerce la obra de la enseñanza entre los niños pobres completamente gratuita proveyéndolos de lo necesario: esto es, útiles, libros, guardapolvos y espectáculos cinematográficos, contribuyendo así en su labor de asistencia y fomento de la educación infantil. Asimismo forma parte del programa cultural y de enseñanza del prestigioso colegio religioso que en forma tan señalada contribuye al mejoramiento educacional de la niñez de la extensa y laboriosa barriada portuaria”.
En consecuencia, los objetivos iniciales de los sacerdotes de Don Orione pudieron concretarse y mantenerse en forma sostenida con el paso de los años. Pero no solo el Padre Dutto se concentró en la educación elemental de estos niños sino que también buscó reunirlos en la parroquia con distintas actividades recreativas tales como la proyección de películas o la organización de una banda musical, que se sumaban al catecismo semanal. 
Esta labor preventiva y reparadora se veía reflejada en una de las tantas cartas a Don Orione en la que el sacerdote analizaba las actitudes de las familias de estos niños que, en general, contaban con algún miembro anarquista o socialista:

“Nos acercamos al final del año escolar y, en general, nuestros alumnos van muy bien con el estudio. Todas las familias, aunque tengan al padre anarquista o comunista, admiten que nosotros enseñamos más que en las escuelas públicas y nos mandan con gusto a sus hijos”.
No obstante estas percepciones, la importancia dada a prevenir algún foco indeseable era acorde con la política de la época. Tal como lo ha afirmado Luis Alberto Romero, la instalación de la Iglesia católica en barrios potenciales ha permitido el accionar de algunas congregaciones religiosas que tenían el deber misional de transformar zonas difíciles y peligrosas a través de una acción enérgica y sistemática.
Asimismo, el estrecho vínculo con distintos sectores de poder y con las Damas Vicentinas nos demuestra que en las décadas de 1920 y 1930 principalmente, el Gobierno, las organizaciones dedicadas a la beneficencia y la Iglesia eran una trilogía aceitada que funcionaba casi perfectamente en muchas ciudades de nuestro país. La relación de los curas orionitas y las Damas Vicentinas, a simple vista, podría caracterizarse a la misma como un lazo estrictamente económico que permitía, a través de las importantes donaciones otorgadas por este grupo de damas, obtener las herramientas necesarias para la tarea educativa y evangelizadora de la congregación.
Esta idea la podemos corroborar en uno de los testimonios del Padre Dutto:
“Viajé a Buenos Aires y he comprado, de acuerdo con la Comisión de las Damas Vicentinas que pagan todo, una hermosa máquina para cine y proyecciones fijas y 36 instrumentos de música para instituir también aquí una pequeña banda que será dirigida por un joven maestro de origen toscano que está en Mar del Plata y que ya conoce el colegio”.
Es decir, si bien los sacerdotes orionitas dependían de los fondos y recursos otorgados por las Damas Vicentinas, ello no significaba que llevaran adelante otro tipo de iniciativas en forma independiente. Con ello nos referimos a la creación de parroquias en distintos barrios de la ciudad: San José en el barrio homónimo y San Antonio en el barrio Las Avenidas, y a la participación de los curas en la formación de asociaciones barriales que se fueron dando entre los años 20,30 e incluso entrados los 40.
Pero este vínculo se fue desgastando con el paso de los años. Al parecer, las diferencias entre la congregación y las vicentinas se fueron profundizando debido a los conflictos internos dentro de la asociación benéfica como también al papel que les otorgaban a los sacerdotes dentro de este vínculo El propio Padre Dutto lo remarcaba en una de sus cartas a Don Orione:
“Creo que nuestra situación frente a las Damas Vicentinas debe cambiar, en el sentido que debemos tener relaciones más oficiales y menos sociales o familiares. Delante de las Vicentinas nosotros somos y no somos. Somos porque trabajamos con ellas, no somos porque no tenemos ningún contrato firmado y estamos a merced de los caprichos o de las simpatías y antipatías de las Vicentinas, en especial de la señora de Anchorena, que a mi entender, nos trata con demasiada libertad u osadía decir, con impertinencia. Es tiempo, y es urgente, que tomemos una posición definitiva y decidida delante de las Vicentinas. Que sepan cuales son nuestros deberes pero también nuestros derechos y sepan las Vicentinas que no están tratando con individuos sino con una Congregación digna de respeto y de todo resguardo. No quiero que se asuste creyendo que exista algún hecho grave, no pero hay un montón de cosas, un modo de proceder que no es decoroso ni para nosotros ni para la Congregación”.
Esta diferenciación entre somos y no somos, nos permite observar el desacuerdo que manifestaba el Padre Dutto en su relación con las vicentinas. Plantea una cuestión central: los curas tienen que perder su entidad propia ya que deben favores al grupo en cuestión o, en cambio ,pueden definir y trabajar independientemente de la política benéfica llevada adelante por las mismas. Más allá de los caprichos que menciona el sacerdote, el lugar que ocupaba este grupo de damas era importante no sólo por sus vínculos directos con el poder político y económico sino también con la jerarquía eclesiástica.
Por lo tanto, la pérdida de esta relación no sería conveniente para el accionar presente y futuro de la congregación orionita. Lamentablemente no contamos con información detallada sobre este vínculo en años posteriores pero es probable que, con el advenimiento del peronismo y los cambios generados en las políticas sociales, dicha vinculación haya ido perdiendo peso aunque no creemos que la misma se haya disuelto. Por último, es importante destacar el conjunto de asociaciones que confluían en la Parroquia La Sagrada Familia.
Las mismas congregaban a personas de diferente origen social y de distinta nacionalidad, aunque era remarcable la asistencia de familiares de pescadores y de pescadores jóvenes en las mismas. Entre las agrupaciones se destacaban: el Centro de Hombres de Acción Católica y el Círculo de Mujeres de Acción Católica, los cuerpos juveniles: Centro de Jóvenes de Acción Católica; Centro de Señoritas de Acción Católica; Aspirantes; aspirantas y niñas de Acción Católica; los grupos de devotos: Cofradía de Nuestra Señora de Luján; Apostolado de la Oración Sección Hombres y Mujeres; Hijas de María y representantes de las colectividades de Ischia y de Santa María della Scala. Estas dos últimas organizaciones asumirán un rol preeminente en las actividades gremiales de los pescadores y, paralelamente, congregarán los grupos mayoritarios en las manifestaciones religiosas populares.
Para ejemplificar la relación entre los orionitas y los inmigrantes, nos concentraremos en el nacimiento de la Fiesta de los Pescadores. La misma tiene sus orígenes en la década de 1920, momento en que el Padre Dutto convocó a un grupo de pescadores italianos para organizar una festividad que reuniera a todos los pescadores sin distinciones regionales. La concreción de esta fiesta tuvo un tinte homogeneizador que buscó, por un lado, la confraternidad entre los inmigrantes italianos y por el otro, aplacar las diferencias regionales o entre -paesani- con un festejo que equiparara a todos.
La celebración de San Salvador (patrono de los pescadores) fue creada en aquellos años. No existía entre de los pescadores italianos llegados a la ciudad un santo patrono que los reuniera. Desde su pueblo de origen, cada uno de ellos había portado la devoción a un santo determinado que, ante las situaciones adversas en el trabajo cotidiano como un temporal en el mar, era a quien dirigían sus plegarias. Por lo tanto, la congregación de los pescadores ante San Salvador fue una situación -inventada- que generó una mezcla de tradiciones tanto nuevas como recreadas. Es decir, la fiesta en sí buscó enfatizar lo novedoso pero no podemos olvidar que los protagonistas, los pescadores, marcaron con su bagaje cultural muchos aspectos de la misma.
Fuente:
Bettina A. Favero- Inmigración, Iglesia y beneficencia -tópicos para la conformación de una identidad en el barrio del Puerto de Mar del Plata.
Patrimonio Arquitectonico Marplatense de Oscar Casemayor.

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