sábado, 30 de abril de 2016

LES TRANSMITO LO QUE YO MISMO RECIBI, CARTA CIRCULAR DE DON FLAVIO PELOSO fdp

 
“LES TRANSMITO LO QUE YO MISMO RECIBÍ”
La experiencia y el mensaje de Don Orione.
 

26 de abril de 2016
Virgen del Buen Consejo

Queridos Hermanos, Hermanas y Amigos de la Familia Orionita
¡Deo gratias!
Estoy al final de mi segundo mandato de superior general de la Pequeña Obra de la Divina Providencia. Deseo expresar en esta carta mi agradecimiento al Señor por haberme sostenido en estos años, a la Virgen, Madre de la Divina Providencia, y a nuestro padre y santo Don Orione que a menudo invoqué para pedir luz y fidelidad.
En el momento del “terminé mi carrera” de los 12 años, mi reconocimiento va enseguida a los dos Consejos generales con quienes compartí directamente la responsabilidad, a la Comunidad de la Curia general y a todos los Hermanos, a las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad, a las Consagradas del Instituto Secular Orionita, a los Laicos del Movimiento Laical Orionita, a los Colaboradores en nuestras actividades, a los Amigos, Bienhechores y Devotos de Don Orione.
Pongo delante de Dios, de la Virgen, de Don Orione y de todos ustedes que son parte y partícipes de estos años también mis límites y mis faltas, y por ello pido perdón. Y miro hacia adelante, “dirigido hacia el futuro, corro hacia la meta para alcanzar el premio que Dios nos llama a recibir allá arriba, en Cristo Jesús” (Fil 3,14) confiando en la Divina Providencia.
Termino mi oficio de superior general pero jamás olvidaré que, a causa de este oficio, fui y continuaré siendo el 7° sucesor de Don Orione, una responsabilidad que me estimula y conforta.
Estoy viviendo este tramo de tiempo, antes del 16 de mayo y del inicio del Capítulo general, en sintonía con algunos sentimientos expresados por San Pablo, implicado en un evento sorprendente, en una misión exaltante y que lo sobrepasaba, humilde y casi confundido en sí, y sin embargo contento de haberse consumido por una gran causa, deseoso de descansar en los brazos de la Divina Providencia que conduce la historia. [1]
En estos 12 años, las Cartas circulares fueron un momento importante, sea personal como del servicio, para reflexionar y orientar el camino sobre los pasos de Don Orione en los tiempos actuales de la Congregación, de la Iglesia y del mundo. “Les trasmití lo que yo mismo recibí” (1Cor 11,23 y 15,3) del Señor y de la vida en la Congregación. Ahora, en el momento de la despedida, no encuentro otro tema más querido y otro mensaje más precioso que dejarles si no lo que también yo recibí: el encuentro con Don Orione, su experiencia de Dios y de caridad que lleva los pequeños, los pobres, el pueblo, a la Iglesia y al Papa, para Instaurare omnia in Christo, según el plan de su Divina Providencia del cual nosotros somos una “pequeña obra”.

“LES TRANSMITO LO QUE YO MISMO RECIBÍ”

  1. LA CARIDAD ES DIOS. ES SANTIFICADORA.
Qué nos diría Don Orione si le preguntáramos cuál fue su experiencia de Dios y de la caridad, de la caridad que salva el mundo. [2]  Con esta pregunta nos presentamos también nosotros a Don Orione, hoy, y deberemos hacerlo continuamente en el futuro.
Él podría decirnos simplemente: “Proclama mi alma la grandeza del Señor. Él miró a su pobre siervo y grandes cosas hizo en mí, changarín, burrito, trapo de su Divina Providencia (Lc. 1,47-49)”. Luego, viendo que somos nosotros, sus hijos e hijas, quienes le hacemos una pregunta semejante, se abriría a una sonrisa, espejo de cuanto recibió de Dios y de aquello que quiere transmitirnos, personas tan queridas para él.
Pienso que continuaría más o menos así.
Y, queridos hermanos e hijos míos. La caridad, la caridad es Dios. La caridad es la presencia de Dios en el alma. La caridad es una alegría y un fuego que te enciende, te exalta y te hace humilde, te urge dentro, ¡Charitas Christi urget nos! [3] Sí, amar a Dios y amar a los hermanos son dos llamas de un solo fuego sagrado. Nosotros debemos pedir a Dios no una chispa de caridad, sino un horno de caridad que nos encienda y renueve el mundo, tan frío y helado. [4] Religión y caridad están así unidas, que no se pueden separar. ¡Pensar un cristianismo y una Iglesia sin caridad sería un absurdo! [5]
Deus caritas est, Dios es caridad.
La vida de Dios es vida de caridad.
La vida de Dios es la fuente de la caridad que es la vida del hombre. La caridad es como el río de montaña, tiene la fuente en lo alto. [6]
El Espíritu Santo derramado en nuestros corazones nos da la vida de Dios. Oración y sacramentos, queridos míos. Vivamos en el Espíritu Santo del Señor y viviremos la caridad.
Si Don Orione es un gran santo de la caridad, es porque es un gran santo. Punto.
Me viene a la mente una discusión, hecha en el patio del Paterno, entre hermanos, aún vivo Don Orione. Discutían sobre “cuál fuese el aspecto más profundo, justificativo de toda la vida y la acción de nuestro Padre; las respuestas fueron varias, poniendo la explicación del ‘fenómeno’ Don Orione, algunos en la caridad, otros en su piedad, otros en otras particularidades de su personalidad. En un cierto momento intervino y nos dejó mudos y de acuerdo el difunto Don Biagio Marabotto que nos dijo: ‘Pero digan: ¿qué explica todo en Don Orione?¿No es Dios? Esto es lo que es sobre todo Don Orione: un hombre que vive de Dios”. [7]
Don Orione mismo enseñó a sus clérigos y hermanos: “Quiero confiarles un gran secreto. ¿Cuál es el gran secreto para tener éxito en la obras de apostolado, para obtener resultados satisfactorios en nuestro trabajo, en el campo de la caridad cristiana? Este secreto es la unión con Dios, vivir con Dios, en Dios, unidos a Dios, tener siempre el espíritu elevado a Dios”. [8]
Dicho esto, dejo en claro el punto central de lo que Don Orione recibió y transmitió acerca de su experiencia de la caridad. La fuente y el dinamismo que explica todo es Dios que vivía en él. Don Orione no sólo frecuentó a Dios, sino que estuvo habitado por Dios por medio del Espíritu Santo y por esto vivió una caridad explosiva, la “dinamita de la caridad” [9]. El literato P. José de Luca dijo que “era un hombre en estado permanente de ebriedad espiritual”. [10]
Ahora quisiera indicar – sólo indicar y confirmar con algún episodio – algunas modalidades características de la experiencia de la caridad de Don Orione y por eso también de su experiencia de Dios. Las enunciaría así.
  • La caridad hace experimentar la Divina Providencia, es evangelizadora.
  • La caridad hace experimentar la maternidad de la Iglesia, es eclesializadora.
  • La caridad salva el mundo, es civilizadora
 
  1. LA CARIDAD HACE EXPERIMENTAR LA DIVINA PROVIDENCIA. ES EVANGELIZADORA.
Ernesto Campese, [11] conoció a Don Orione en Avezzano en la época de las ayudas después del terremoto de la Mársica, en 1915. Él era Secretario de Prefectura del Ministerio del Interior, personaje eminente y notable por sus estudios y libros. Durante la obra de ayuda después del terremoto de la Mársica (1915), fue a encontrar a Don Orione.
“En efecto, fui enviado con trenes llenos de cosas a Avezzano – es Campese que cuenta – y me conmovió este cura mal vestido, que corría aquí y allí, donde sea, llevando confianza. Quise hablarle, y, abordándolo mientras de trasladaba de un lado a otro, me invitó a seguirlo. Pero ¡qué paso que tenía! Por seguirlo tropecé en una viga entre los escombros; no pude aguantar una blasfemia. Don Orione se detuvo a mirarme; pero, extrañamente, me miraba como cuando de niño me miraba mi madre cuando me mandaba alguna macana.
Luego me dijo: “¿Cómo estamos en tema de religión?”.
Yo le respondí: “Tabla rasa”.
Y él: “Quiere llegar a ver a Dios”.
Y yo: “Eh! ¡Si se me muestra!”
Don Orione: “Trate cada día de hacer un poco de bien”. [12]
Ernesto Campese tomó en serio aquel consejo de Don Orione. En efecto, a distancia de 30 años, volvió a un encuentro de Amigos para contar qué es justamente aquello que le había dicho el Santo entre los escombros de la Mársica. De hecho, se convirtió en un fiel bienhechor de la Congregación. La caridad hace experimentar a Dios. La caridad abre los ojos a la fe.
Recordémonos siempre de esta verdad fundamental para nosotros Orionitas, “curas de estola y trabajo”: la caridad hace experimentar la Divina Providencia, a sí mismos, ante todo, y a los demás.
Don Ignazio Terzi, cuarto sucesor de Don Orione, contó que, aún laico, formaba parte de un grupo de jóvenes universitarios que, durante un retiro espiritual en Villa Solari de Génova, [13]  fueron acompañados por el Padre fundador en una visita al Pequeño Cottolengo del Paverano. Durante el recorrido aparecieron algunas personas distinguidas de la ciudad y Don Orione se apartó por un momento con ellos. Volviendo a aquellos jóvenes, les dijo:
“Vean, esta obra no la abrí sólo para estas personas que son hospedadas, sino, aún más, es para aquellos señores, para que aprendan la caridad y encuentren a Dios” [14].
Nuestras comunidades y obras valen ciertamente por aquello que se hace adentro, pero también por cuánto significan afuera. Cuántos desafíos y dificultades debemos enfrentar hoy para que nuestras obras continúen a significar. Los últimos Capítulos promovieron la “conversión apostólica de las obras”, la “reapropiación carismática de las obras”, una “nueva relación comunidad-obras”. Debemos continuar porque nuestra Congregación sin aquel “mediante las obras de caridad” dejaría de ser orionita.
Cuando hablamos de las obras de caridad, no debemos sólo referirnos a las instituciones caritativas o educativas, sino también y previamente, a las obras de caridad personales. Otro episodio de Don Orione.
Don Orione, en una tarde lluviosa de otoño, estaba volviendo a Tortona después de haber estado predicando en un pueblo del Oltrepó pavese. Del párroco de Borgoratto Marmirolo había recibido como regalo un par de zapatos nuevos. El médico del pueblo se ofreció acompañarlo con su vehículo. “Pero - se excusó con Don Orione – deberá tener paciencia, porque debo detenerme en el camino para visitar un enfermo”.
Partieron, y en Staghiglione, el médico detuvo el auto en la calle debiendo entrar en una casa. Don Orione permaneció en el vehículo, tomó su rosario y, envuelto en la manta, comenzó a rezar.
En cierto momento, lo despertó un pobre que golpeó la puerta del auto extendiendo la mano. Don Orione revisó rápidamente los bolsillos. Detuvo su mirada sobre aquel pobre hombre y vio que sus zapatos estaban rotos y mojados. Enseguida, sin decir nada, se inclinó, se sacó sus zapatos y se los puso con gentileza.
Aquel hombre, sorprendido, sonrió y dijo: “Sea alabado Jesucristo”. “Por siempre sea alabado”, respondió Don Orione.
Fueron las únicas palabras de aquel encuentro. El médico hizo a tiempo para escuchar aquel intercambio de saludos y de entender el por qué.
Llegado a casa, después de las oraciones de la noche, en las Buenas noches, Don Orione contó lo sucedido a sus jóvenes y a los hermanos llamando la atención sobre un particular.
“Ven – dijo – aquel pobre hombre no dijo ‘gracias Don Orione’, sino ‘sea alabado Jesucristo’. Sí, porque la caridad hace pensar en Dios, la caridad abre los ojos a la fe. Así debemos ser nosotros. Debemos hacer experimentar a todos la Divina Providencia mediante las obras de caridad”.
Veinte años después, aquel doctor, Alberto Bernardelli, buen hombre pero lejos de la práctica religiosa, se encontraba al final de su vida en el hospital de Voghera. Alguno tuvo el coraje de sugerirle un pensamiento de fe y de invitarlo a recibir los sacramentos. “ – dijo – llamen a Don Orione”. [15]
Aquel gesto de caridad hizo exclamar “Sea alabado Jesucristo” al hombre necesitado e hizo acercar a Dios al médico que lo había visto.
 
  1. LA CARIDAD HACE EXPERIMENTAR LA MATERNIDAD DE LA IGLESIA. ES ECLESIALIZADORA
Don Orione fue el santo “totalmente de la Iglesia y del Papa” [16] y también es popularmente más conocido como el “santo de la caridad”, “el padre de los pobres, el bienhechor de la humanidad dolorida y desamparada” (Pío XII). Se pueda decir un poco también de nosotros como individuos y como Congregación que somos “papalinos” mediante las obras de caridad.
“El ejercicio de la caridad” es el método, el camino, la estrategia de Don Orione y de los Orionitas para “reconducir la sociedad a Dios reuniéndola al Papa y a la Iglesia”.
El 23 de enero de 1995, acompañado de P. Florian Gui y de P. Antonio Lecchi, visité en Oradea, Rumania, al obispo greco-católico de la ciudad Mons. Basile Hossu, un hombre santo. Comenzó rápidamente a contarnos los sufrimientos y humillaciones sufridos durante el período de la dominación comunista, particularmente agresiva contra las comunidades cristianas greco-católicas. Luego, casi dejando de lado sus recuerdos de la persecución, se pudo a hablar de la obra de los Orionitas en Oradea: “La actividad de ustedes, su modo de ser para con los niños y los pobres, creó en la gente una nueva actitud en relación a la Iglesia. Recuerdo un día, viajando en auto con P. Belisario (Lazzarin), fuimos detenidos por la policía. Uno de ellos nos trató mal y fue muy desatento conmigo por ser obispo. P. Lazzarin, para justificarse dijo que estábamos apurados porque debíamos llegar a Oradea donde nos esperaban para una celebración en el Oratorio. “¿Oratorio?  Ustedes van a lo de P. Luigi?”, interrumpió el policía. “Sí, somos sus hermanos religiosos, yo soy su superior”. El policía cambió de tono y se puso a hablar bondadosamente del Oratorio, de los chicos. Nos dejó ir sin hacernos ninguna multa. ¿Ven? – concluyó Mons. Hossu – la obra de ustedes en el oratorio, para los chicos y los jóvenes está volviendo amable y estimada la Iglesia de Oradea”. [17]
Otro insigne pastor de la Iglesia, el cardenal Paulo Evaristo Arns, arzobispo de San Pablo, hace algunos años, cuando en Brasil había un clima hostil hacia la Iglesia institucional, eligió nuestro Pequeño Cottolengo como destinatario de las ofertas de la “campaña nacional de la fraternidad” organizada por la Conferencia Episcopal. Definió aquella grande obra de caridad “el abre puertas de la Iglesia católica en la ciudad”.  Quería decir que la obra desarrollada por la Congregación hacia aquellos necesitados, con graves discapacidades mentales y físicas, daba crédito y volvía cercana al pueblo la Iglesia católica y sus Pastores. Abre puertas de la Iglesia católica en la ciudad: me anoté rápidamente esta frase, porque expresa algo de muy típico, de muy orionita.
Siempre sobre esta línea de la caridad que une a la Iglesia, recuerdo el primer contacto del card. Joseph Ratzinger – luego Benedicto XVI – con la Congregación orionita. Desde el 1 de marzo de 1987 inicié el servicio en la Congregación para la Doctrina de la Fe presidida por él y vino a celebrar la fiesta de Don Orione, el 12 de marzo siguiente, a nuestro Centro para huérfanos y discapacitados de Vía de la Cammilluccia, en Roma. Ratzinger eligió aquel lugar para presentar la Instrucción doctrinal “Donum vitae” sobre temas controvertidos referidos a la ética y al respeto de la vida, firmada por él pocos días antes. Recuerdo bien aquella Misa, un poco a la buena, con el presbiterio rodeado de sillas de rueda de discapacitados y de periodistas que fueron por la ocasión. Me dijo: Ésta es la obra de Don Orione: dar sustancia de caridad, credibilidad y amabilidad a la verdad anunciada por el Papa y los Pastores de la Iglesia.
Don Orione nos transmitió un carisma de eclesialidad-papalinidad a realizar mediante la caridad: “ocuparse, con cada obra de misericordia, a esparcir y hacer crecer en el pueblo cristiano… un amor dulcísimo al Vicario en la tierra de Nuestro Señor Jesucristo que es el Romano Pontífice. [18]  Nosotros, hijos de la Divina Providencia tenemos el 4to voto de “especial fidelidad al Papa” y las Pequeñas Hermanas Misioneras de la caridad tienen el 4to voto de “caridad”: son las dos caras de la única medalla orionita que identifica también el Instituto Secular, el Movimiento Laical y cuántos viven el espíritu de Don Orione.
 
  1. LA CARIDAD SALVA EL MUNDO. ES CIVILIZADORA.
Todos sabemos que Don Orione definía “faros de fe y de civilización” las instituciones caritativas, sobre todo los Pequeños Cottolengos. Él, en su estrategia de la caridad, se proponía siempre e inseparablemente el bien religioso/eclesial y el bien humano/civil. Cuando decía que “Sólo la caridad salvará el mundo” expresaba la conciencia que las obras de caridad salvan las Almas y son la salvación del mundo, de su vida social, económica, cultural, política. El Papa Juan XXIII observó: “Su caridad iba más allá de los límites normales. Estaba convencido que se podría conquistar el mundo con el amor”.
¿Tenemos aún también nosotros esta convicción? Que ninguno pase a las filas de “aquellos catastróficos que creen que el mundo termine mañana. Dios vencerá en una infinita misericordia. ¡Dios siempre venció así! Pero en esta era, nosotros, por más pequeños que seamos, debemos contribuir con toda nuestra vida”. [19]
“Me parece que la caridad, también la más humilde y la más modesta, sea la fuerza más popular para la defensa de la verdad católica; también así se demuestra que la Iglesia está aún viva, también en el campo social y aún fecunda como fuerza benéfica” [20]. “Hoy en día muchos vuelven a Dios a través de las instituciones de beneficencia, de caridad yd e elevación social; ellos son conquistados a la fe por las obras de la bondad y del verdadero progreso”. [21]
Don Orione fue protagonista de algunas parábolas de reconstrucción social actuada mediante la caridad. Pienso por ejemplo a la parábola vivida en San Bernardino, barrio pobre y religiosamente hostil de Tortona; o también a la transformación de la desolada y hambrienta “Patagonia romana, fuera de la Puerta de San Juan”, o cuanto sucedió en las periferias de Victoria y de Claypole en Buenos Aires, o en el barrio Bixiga de San Pablo en Brasil.
Durante el largo período de años de mi servicio vi realizarse algunas parábolas de elevación humana, religiosa y civil en algunos ambientes humanos concretos, en diversos contextos sociales. Me limito a evocar algunas, recordando nombres de lugares conocidos por todos en el mundo orionita, como Payatas, cerca de la smoking mountain de Manila, o Zarqa (Jordania), primero en el extremo borde del desierto y ahora barrio digno y de buena convivencia entre religiones y prófugos de diversos pueblos. Recuerdo Bonoua, en Costa de Marfil, crecida alrededor del centro para discapacitados y la iglesia. Anatihazo, periferia de Antananarivo (Madagascar), ha desarrollado su vida religiosa y social a partir de aquel grande patio al que da la iglesia, la escuela, el dispensario y también el seminario. Esta parábola de transformación está sucediendo también en Ananindeua, periferia de Belém (Brasil), y en Bagamoyo y Zimpeto, periferia de Maputo (Mozambique).
Cuando visité la primera vez Itapoá, una zona de inmigración y de pobreza, a veinte minutos de Brasilia “ciudad perfecta y sin pobres”, quedé impresionado porque pasando por las callejuelas desordenadas del barrio Itapuà, me di cuenta que no tenían puertas y ventanas que daban a la calle, sino sólo muros con pequeños agujeros de acceso. “Es un modo para defenderse de los ladrones y asaltantes”, me explicaron. Luego, entre aquellas callejuelas comenzaron a vivir y a pasar nuestros hermanos religiosos; fueron abiertas una docena de comunidades cristianas y cada una con su propia “capilla”, con misa, catecismo, pastoral, actividad para la salud, para los niños, para las mujeres, iniciativas de alfabetización, de solidaridad entre pobres (multirâo), cuidado de enfermos y otros. Cuando volví hace dos años, encontré notables mejoras, muchas calles asfaltadas, casas con puertas y ventanas que dan a la calle, gente que camina y se detiene a charlar, niños que juegan, más limpieza… iglesias y capillas llenas de gente. Dije entre mí: Otra parábola de caridad civilizadora a un buen nivel.
Queridos Hermanos, constaté que el desarrollo y el crecimiento civil en estas y otras zonas abandonadas, malditas y descartadas de la ciudad, se dieron por la presencia de una comunidad religiosa, de una obra de caridad y un tabernáculo/iglesia. Aunque si inicialmente todo era minúsculo, una presencia pobre, inerme, pequeña como un grano de mostaza, esta semilla vital comenzó luego a asumir lo bueno que había en el terreno, a reunir gente, a estimular relaciones, responsabilidad, participación, proyectos; dio identidad y creó tejido de fraternidad religiosa, de solidaridad social, ciudadanía.
Don Orione era consciente de esta eficacia social de la caridad cristiana y explicaba: “Con Cristo todo se eleva, todo se ennoblece: familia, amor a la patria, ingenio, artes, ciencias, industrias, progreso y organización social: sin Cristo, todo se abaja, todo se ofusca, todo se rompe: el trabajo, la civilización, la libertad, la grandeza, la gloria del pasado, todo se destruye, todo muere”. [22]
Eran otros tiempos y otros problemas, pero la dinámica es la misma: “Buscar y medicar las llagas del pueblo, curar las enfermedades, irle al encuentro en lo moral y en lo material… De este modo la acción de ustedes será no sólo eficaz, sino profundamente cristiana y salvadora. Cristo fue al pueblo. Elevar el pueblo, mitigar sus dolores, sanarlo. Tiene que importarnos de corazón el pueblo. La Obra d. Div. Prov. es para el pueblo. Vayamos al pueblo. Es necesario despertarnos. Eviten las palabras: de palabrerío tenemos llenos los bolsillos. Un trabajo popular”.[23]
 
  1. LA ESTRATEGIA DE LA CARIDAD
Participé en la audiencia que el Papa Francisco dedicó al Congreso de Cor Unum, el 26 de febrero del 2016. Me quedó grabada la insistencia con la que dijo a los participantes que “la historia de la Iglesia, es historia de caridad. Es una historia de amor recibido de Dios, que se transmite al mundo: esta caridad recibida y donada es la bisagra de la historia de la Iglesia y de la historia de cada uno de nosotros… La caridad está en el centro de la vida de la Iglesia y es su verdadero corazón”.
El Papa Benedicto XVI, en la Deus caritas est enseñó que la caridad pertenece a la íntima naturaleza de la Iglesia. [24] En aquella Encíclica dedica un amplio espacio al valor social de la caridad. Sabemos que en el n. 40, el Papa Benedicto nombra a nuestro San Luis Orione como representativo de los santos sociales del siglo XX; Don Orione, para la primera mitad del Novecientos y Madre Teresa de Calcuta, para la segunda mitad. Allí define “modelos insignes de caridad social para todos los hombres de buena voluntad. Los santos son los verdaderos portadores de luz al interno de la historia, porque son hombres y mujeres de fe, esperanza y amor”.
Pero es sorprendente que en el n. 24, Benedicto XVI haga una “mención a la figura del emperador Juliano el Apóstata († 363)” que “convertido en emperador, decidió restaurar el paganismo, la antigua religión romana” y para lograrlo mejor decidió instaurar un sistema de caridad similar al de la Iglesia. “Los « Galileos » - así decía – habían conquistado de este modo su popularidad. En ello se debía imitar y también superar. El emperador de este modo confirmaba que la caridad era una característica decisiva de la comunidad cristiana, de la Iglesia”.
¡De qué púlpito es confirmado uno de los dogmas existenciales típicos del cristianismo y la razón de ser – carisma – de la Pequeña obra de la Divina Providencia!
Cuando Juan Pablo II quiso elegir, en el día de la canonización de Don Orione (16 de mayo del 2004), la cualidad de “estratega de la caridad” puso en evidencia justamente la dinámica civil y eclesial de su experiencia de caridad.
¿En qué consiste la estrategia de la caridad? Nos lo dice el mismo Don Orione.
“¡Vivimos en un siglo lleno de hielo y de muerte en la vida del espíritu: todo cerrado en sí mismo, no ve más que placeres, vanidad y pasiones, y la vida sobre esta tierra, y nada más! La faz de la tierra se renueva con el calor de la primavera;  - pero el mundo moral sólo tendrá vida nueva con el calor de la caridad.
La causa de Dios y de su Iglesia no se sirve si no es con una grande caridad de vida y de obras: no penetraremos las conciencias, no convertiremos la juventud, no atraeremos los pueblos a la Iglesia, sin una grande caridad y un verdadero sacrificio de nosotros mismos, en la caridad de Cristo. Existe una corrupción espantosa en la sociedad: hay una ignorancia espantosa de Dios: existe un materialismo, un odio espantoso: sólo la Caridad podrá conducir a Dios los corazones y los pueblos, y salvarlos”. [25]
Don Orione transmitió esta estrategia de la caridad a nuestra Familia Orionita.
Tengo la impresión, después de tantos años que conozco la congregación de un lado a otro del mundo, intus et in cute, que, donde estamos en el mundo, nosotros Orionitas somos más conocidos por las obras de caridad que como religiosos. Una observación similar escuché recientemente del cardenal José Cordes: La Iglesia es hoy más estimada por lo que hace por el hombre que por lo que hace por Dios. Sucede, diciéndolo con Don Orione, que “tantos no saben entender la obra de culto pero entienden la obra de caridad”. [26] En una época de secularismo avanzado, como el actual, esto es aún más verdadero y debemos tener cuenta de ello. “El bien, vean, gusta a todos, ¡también a los malos!” [27]
Las obras de caridad son las ventanas a través de las cuales entra la luz de Dios en el mundo y por medio de las cuales el mundo puede ver algo de Dios. Son aún hoy una sorpresa que llama la atención: “Quiero acercarme a ver este gran espectáculo: ¿por qué la zarza no se quema?” (Ex. 3,3).
Evidentemente debe ser nuestro compromiso vivir juntos la diaconía de la caridad, la evangelización de la caridad y los sacramentos de la caridad. De otro modo, las obras de caridad se reducen a servicios y la Congregación a una ONG o sociedad de servicios sanitarios.
No hay estrategia de la caridad  sin la práctica integral de la caridad como experiencia de Dios. No basta dar bienes materiales (“el pan del cuerpo”), es necesario dar el bien relacional de nuestra fraternidad que conduce a la paternidad de Dios (“divino bálsamo del alma”). Y en los trabajadores no basta la competencia del servicio, sino que es necesaria la formación del corazón.
Esta exigencia de la estrategia de la caridad, fue bien sintetizada por Benedicto XVI en el Discurso al 13° Capítulo general FDP. [28]
“Las obras de caridad – nos dijo – ya sea como actos personales o como servicio a las personas débiles ofrecido en grandes instituciones, no pueden jamás recudirse a un gesto filantrópico, sino que deben permanecer siempre como expresiones tangibles del amor providente de Dios. Para hacer esto – recuerda Don Orione – es necesario estar ‘empapados de la caridad suavísima de Nuestro Señor’ (Scritti 70, 231) mediante una vida espiritual auténtica y santa”. [29]
Concluyo esta transmisión de lo que yo también recibí de Don Orione y de su carisma, recordando a mí y a ustedes que la primera tarea y servicio, nuestra felicidad y don, es la santidad, el ser de Dios que es caridad, lo mejor posible, en un camino continuo.
“Danos, María, un ánimo grande,
un corazón grande y magnánimo,
que llegue a todos los dolores y a todas las lágrimas.
Haz que toda nuestra vida sea consagrada
a dar Cristo al pueblo y el pueblo a la Iglesia de Cristo;
que arda y resplandezca de Cristo, y en Cristo se consuma”. [30]
 
NOTICIAS DE FAMILIA
Ahora las noticias viajan veloces por internet, en las páginas locales y en la página general www.donorione.org. Reclamo la atención sólo sobre algunos hechos.
 
Hacia el Capítulo General
El 14° Capítulo General tendrá por tema «Servidores de Cristo y de los pobres». Fidelidad y profecía en diálogo con las periferias de la pobreza y de la evangelización.
Los cohermanos capitulares se reunirán desde el 16 de mayo (comida) hasta el 5 de junio (comida), en Montebello (Pavía). Del 19 de mayo (comida) al 24 de mayo (cena incluida), participarán en el Capítulo también algunos invitados representantes de las PSMC, del ISO, y del MLO y laicos colaboradores.
En los días 15-20 de febrero, se tuvo la reunión de la comisión pre-capitular. Ella ha ordenado el material que ha ido llegando de los Capítulos Provinciales en el Instrumentum laboris, ha elaborado una propuesta inicial de desarrollo del Capítulo y ha pensado en todo lo que puede ser útil para este importante evento.
Estaremos ayudados en ponernos a la escucha de la situación por tres relatores: S.E. José Rodriguez Carballo: La vida consagrada en la Iglesia hoy; urgencias, esperas, desarrollos; Don Vito Orlando: Lectura sociológica de la encuesta sobre “La persona del religioso orionista”; P. Amedeo Cencini: Lectura pedagógico formativa de cuanto ha aparecido en los capítulos provinciales y en la encuesta sociológica.
Se nos ha confirmado ya que el Papa Francisco dedicará una audiencia particular a nuestro Capítulo el viernes 27 de mayo, a las 12 am. Es sin duda un particular acto de amor a la Congregación.
Acompañemos todos, también los que están implicados en nuestras actividades, con la oración por el Capitulo General. Con el tema “Servidores de Cristo y de los pobres” queramos - personalmente y como Congregación - ir al centro de nuestra vocación orionista para reconocer todo lo que nos es específico y lo que es contrario a la misma o incluso si es sólo una distracción, nos desvía la atención, nos hace perder el tiempo y energías espirituales, nos disgrega. Se nos pide la conversión, la pureza de intenciones y de los afectos, la fidelidad al proyecto del Fundador.
 
Desarrollo en Mozambique
Quiero comunicaros la particular satisfacción en el reciente viaje a Mozambique (28 de marzo – 4 de abril), última misión abierta para celebrar el centenario de la Congregación 21 de marzo 1903-2003. En una situación de particular dificultad social y económica, los cohermanos llevan adelante la misión con mucho sacrificio y alegría.
El Señor nos está bendiciendo con el don de vocaciones: 8 aspirantes, 3 postulantes, 5 novicios y 8 profesos. Para ellos se ha preparado una casa de formación simple y espaciosa que he tenido ocasión de bendecir. Además he podido celebrar una Misa en la Iglesia aún en construcción de la Obra Don Orione, un Pequeño Cottolengo para niños con graves discapacidades.
El evento más importante de este viaje ha sido la firma del acuerdo con la diócesis de Xai-Xai para asumir una nueva parroquia y encaminar una escuela profesional en Chiconela, zona rural muy pobre necesitada de ayuda material y pastoral. Estas "nuevas salidas" hacen revivir el espíritu y la modalidad de los inicios de la Congregación.
 
Celebración de Don Orione en Tortona y en Zduńska Wola
Muy significativos han sido también los eventos celebrativos en Tortona, con ocasión de la conclusión de los 75 años de la muerte de Don Orione. Con mucha oficialidad y participación civil, el 11 de marzo, fue firmado un “Pacto de amistad en el nombre de Don Orione” entre la ciudad de Tortona, Pontecurone y Zduńska Wola.
El 12 de marzo, estuvo caracterizado por un congreso de estudio, en el teatro cívico comunal, sobre el tema de la “Caridad reconstituyente social” y por la celebración de la Misa junto a la tumba de Don Orione, en el santuario de la Virgen de la Guardia, por parte del obispo diocesano, Mons. Vittorio Viola. Por la tarde, en el salón del episcopado, se ofreció un entretenimiento histórico y musical con “Notas y noticias de Don Orione y Don Perosi”.
Similarmente, en Zduńska Wola, Don Orione y la Congregación fueron puestos en el centro de la atención civil en Polonia, mediante la concesión de dos distinciones honoríficas. Una con Decreto del Presidente de Polonia y otra con la deliberación del Ayuntamiento de Zduńska Wola.
Son eventos que, más allá del aspecto celebrativo, ayudan a continuar reflexionando y actualizando la experiencia de vida que pasa de Don Orione a la vida de la sociedad y de la Iglesia hoy.
 
Documento sobre los Religiosos Hermanos
La Congregación para los Institutos de Vida Consagrada ha publicado el pasado diciembre el documento «Identidad y misión del Religioso Hermano en la Iglesia» para favorecer un específico despliegue sobre la importancia y el modelo de la vocación de los “religiosos hermanos”. Para profundizar en el documento y para poner atención a esta rama de los religiosos se han organizado algunas reuniones de nuestros Hermanos. A ellos les he dirigido también una breve carta.
A todos quisiera decir aquí que el documento «Identidad y Misión del Religioso Hermano en la Iglesia» no habla sólo a los religiosos hermanos, sino a todos los religiosos porque todos somos hermanos. De hecho, hoy, los religiosos hermanos constituyen en la comunidad religiosa la «memoria permanente de la ‘fundamental dimensión de la fraternidad en Cristo’ (VC 60) que todos los miembros deben construir» (n.11, p. 16).
Los religiosos, come reza el subtítulo del documento, son todos hermanos aunque algunos, muchos o pocos, sean también sacerdotes. Usamos corrientemente el término “religioso hermano” para los religiosos laicos, pero, como nos recuerda el documento, “el hermano es tal solamente en medio a los hermanos, y en el contexto de la fraternidad, nunca solitariamente. Ser hermano implica siempre una relación y es ésta la que queremos subrayar” (n. 1, nota 1). Si los religiosos sacerdotes no son y no viven auténticamente como hermanos entra en crisis la vocación y la identidad específica, sea de los religiosos hermanos y sea de la vida religiosa.
 
Asamblea general del Instituto Secular Orionista
Forma parte de la vida ordinaria del ISO y se celebra cada 6 años, con temas para tratar y elección del Consejo General. Ha sido reconfirmada la Responsable General, Rita Orrù, y como consejeras María Irene Herrera, vicaria; Blanca Laureiro, consejera; Lucilene Ribeiro, consejera.
Un tema importante en el orden del día de la Asamblea ha sido la petición del Instituto María de Nazareth de llegar a la incorporación en un único Instituto Secular Orionista. La petición fue aprobada por la Asamblea e irá asumiendo la actual Regla de vida del ISO y se agregará al nombre Instituto Secular Orionista también María de Nazareth. Después de un camino de recíproco conocimiento de los miembros y del estudio de la regla, el Instituto será presentado a la Santa Sede para el reconocimiento canónico pontificio.
 
Nuestros difuntos
Entre las noticias de familia tienen siempre especial relevancia las relativas a la muerte de nuestros queridos. Llevan en el ánimo sentimientos diferentes, pero es cierto que nos conforta saber que estos cohermanos, hermanas, parientes y amigos no han llegado al final sino "al fin": la vida eterna es posible por la resurrección y el amor de Jesús.
Con nuestras oraciones confiamos al buen Dios a los cohermanos: Fr. Rafael Rivano, P. Ramón Benjamín Martínez, P. Jan Omałek, y Fr. Leonildo Mendes. Las hermanas: María Albertina, María Genziana, María Rosanna, María Scolástica y María Helena della Santissima Trinità (sacramentina). El papá de Don Francesco Mazzitelli, de Pe. Rodinei Carlos Thomazella, del Ch. Alifer Ferreira. La mamá de Don Leonardo Verrilli, de Pe. Newton Furtado.  El hermano de: P. Gilberto Gomes Gauto, de Don Virgilio Merelli, de Don Angelo Cordischi y del P. Settimo De Martin. La hermana de Don Pietro Vazzoler y Sor Domenica, hermana de Don Giovanni Bianchin (ya fallecido). Entre tantos amigos y bienhechores, hago mención sólo de Nino Montalto (Palermo) y de Angelica Di Garona (Casa provincial de Buenos Aires). 
Elevo al Señor una oración especial y particularmente afectuosa para los cohermanos que viven con los límites de la enfermedad y de la ancianidad; con su sacrificio y su oración son una parte preciosa de la vida de nuestra familia religiosa. Las Constituciones, en el art. 60, nos recuerdan: “El afecto y la comprensión hacia los cohermanos más ancianos, que han gastado a menudo sus energías en el apostolado y que nos enriquecen con su experiencia, son el signo tangible de aquella comunidad-familia que queremos realizar en el nombre de Don Orione”.
Mando también un saludo a los jóvenes en el camino de la formación, gracia y responsabilidad para todos, y a los cohermanos misioneros más lejanos y en otras situaciones de frontera con mucho sacrificio por el amor del Señor.
Concluyo agradeciendo al Señor y a todos vosotros queridos hermanos por estos años de fidelidad y de sacrificios, míos y vuestros.
Por ese poco de bien hecho, Deo gratias!
Por los pecados y miserias: ¡Miserere nobis, Domine!
Siempre confiados en la Divina Providencia, ¡Ave María y adelante!
           
  Vuestro hermano y padre en Cristo y en Don Orione,
 
Sac. Flavio Peloso, FDP
Superior general

sábado, 23 de abril de 2016

DON ORIONE Y EL MINISTERIO DE LA MISERICORDIA, DON FLAVIO PELOSO

 Don Orione y el ministerio de la misericordia (Video conferencia, 23.4.2016)

Inicio del curso 2016 de la Escuela de Formaciòn Orionista.

Escuela de Formación Orionina
23 de abril de 2016
DON ORIONE Y EL MINISTERIO DE LA MISERICORDIA
Don Flavio Peloso, FDP[1]

El Año Santo de la Misericordia
El 13 de marzo del 2015 el Papa Francisco anunció la convocación del Año Santo de la Misericordia.  [VIDEO]
“Pensé mucho cómo la Iglesia podría hacer más evidente su misión de ser testigo de la misericordia. Por eso decidí convocar un Jubileo extraordinario que tenga al centro la misericordia de Dios. Será un Año Santo de la Misericordia. Lo queremos vivir a la luz de la palabra del Señor: “Sean misericordiosos como el Padre”. Este Año Santo iniciará en la próxima solemnidad de la Inmaculada Concepción y concluirá el 20 de noviembre de 2016, Domingo de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo y rostro vivo de la misericordia del Padre”
Luego, el 11 de abril de 2015, durante la celebración de Vísperas del “Domingo in Albis” o “ de la Misericordia”, el Papa Francisco hizo pública la Bula del Jubileo extraordinario del 2016, titulada Misericordiae vultus.
El documento traza las líneas y da indicaciones para el Año Santo que terminará el 20 de noviembre del 2016. En aquella fecha nosotros, Orionitas, celebramos la fiesta de la “Madre de la Divina Providencia”, patrona principal de la Pequeña Obra de la Divina Providencia.
El título de la Bula – Misericordiae vultus – indica ya el sentido y el motivo del Año santo: contemplar e imitar el Rostro misericordioso de Dios y “tener fija la mirada” en Él.
“La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. – escribe el Papa Francisco - La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo”.
Veamos cómo el Papa Francisco entiende el año Santo de la Misericordia [VIDEO]
Papa Francisco nos pide que “donde la Iglesia está presente, allí debe ser evidente la misericordia del Padre”; “en nuestras parroquias, en las comunidades, en las asociaciones y movimientos, en fin, donde sea que haya cristianos, cualquiera debe poder encontrar un oasis de misericordia”.
Los creyentes estamos invitados por el Papa a atravesar la Puerta santa, ya sea en Roma como en “cada Iglesia particular, en la Catedral que es la Iglesia Madre para todos los fieles, o bien en una iglesia de especial significado”, o también “en los santuarios” establecidos por los Obispos.
La Puerta santa es definida la Puerta de la misericordia:
  • que hay que atravesar para entrar y encontrar el Dios misericordioso, asumiendo el compromiso de una verdadera conversión a la misericordia así como nos fue enseñada en la persona de Jesucristo, que es el “rostro de la misericordia”;
  • que hay que atravesar para salir agradecidos y ricos de misericordia para vivir con los hermanos. “Gratuitamente han recibido, gratuitamente den” (Mt 10,8): misericordes sicut Pater, “sean misericordiosos como el Padre” (Lc. 6,36)
Queridos Hermanos, Hermanas y Amigos orionitas, acojamos la invitación del Papa Francisco a ponernos en camino para pasar a través de la Puerta de la misericordia de Dios.
No sólo. Estamos invitados a ser nosotros, cada uno de nosotros, una Puerta de la misericordia de Dios a través de la cual nuestros hermanos puedan entrar en el amor de Dios.
Sobre este camino del salir, del diálogo y del encuentro, es necesario continuar decididamente.
Con el Jubileo, el Papa pide “retomar con entusiasmo el camino misionero”, ser Iglesia en salida, mediante el evangelio y el ministerio de la misericordia, promoviendo la cultura del encuentro.
Si Juan Pablo II dijo “no tengan miedo de abrir de par en par las puertas a Cristo”, Papa Francisco pide no tener miedo de abrir de par en par las puertas para salir y para caminar por los caminos del mundo, con “el espíritu del Vaticano II, el del Samaritano”.
¡Cuánta sintonía con la vida y el carisma de Don Orione!
“¡Fuera de sacristía! – exhortaba Don Orione – No perder de vista jamás ni la iglesia, ni la sacristía, es más, el corazón debe estar allí, la vida, allí donde está la hostia; pero con las debidas cautelas, es necesario que se entreguen a un trabajo que no sea más sólo el trabajo que hacen en la iglesia”.
Pienso que conocer y vivir la experiencia de la misericordia de Don Orione nos ayuda a vivir bien el Año Santo de la Misericordia en sintonía con el Papa Francisco y la Iglesia de hoy. Teniendo delante dicho objetivo, puede ayudarnos esta reflexión sobre el ministerio de la misericordia de Don Orione de la Escuela de Formación Orionita (EFO).
 
El ministerio de la misericordia es la sustancia del ministerio sacerdotal y caritativo de Don Orione.
Nosotros entramos en la escuela de formación orionita para hacernos “expertos de la misericordia de Dios” en nuestra vida, y por eso, testigos, instrumentos de la misericordia de Dios hacia los demás.
Partamos de dos observaciones confidenciales de Don Orione a sus discípulos:
“Cuando estarán un poco más adelante en la vida, entenderán lo que les estoy diciendo; sentirán en ustedes mismos que la obra más grande que puede hacer Dios… es sabernos perdonar”  (Parola, 31.5.’23).
“La misericordia de Dios para con los pecadores era mi caballo de batalla desde joven. Volvía a casa, después de aquellas prédicas, cansado pero contento por los grandes frutos….” (Parola, 17.4.1938).
San Juan Pablo II, que conocía bien la vida de don Orione y le definía como “un estratega de la caridad”, “una maravillosa y genial expresión de la caridad cristiana” señaló que “su vida, tan intensa y dinámica, nace de un secreto y una genialidad: don Orione se dejó llevar sólo y siempre por una única lógica, la del amor”.[2]
Esta observación del Papa Juan Pablo II nos hace comprender que la misericordia no es sólo una característica de Don Orione, una virtud excelente. Es mucho más: es la lógica de su vida, es la conexión interna de pensamientos, voluntad y acción de su personalidad; es el orden interior de su vida. Es su identidad: como Deus caritas est, así Don Orione caritas est.
Para comprender la misericordia en don Orione, hay que partir de la experiencia que él tiene de la misericordia de Dios. En una oración de 1917 (tenía 45 años), que es también todo un programa, leemos: “Que no olvide nunca que el ministerio que se me ha confiado es un ministerio de misericordia y tenga con mis hermanos pecadores ese incendio de caridad, que tantas veces has usado conmigo, oh gran Dios”.[3]
Misericordia quiere decir “tener un corazón de miserable”, de pobre, de pequeño, de humilde. Y quiere decir “tener corazón para los miserables”, para las miserias. Las dos experiencias están íntimamente conectadas, tanto que una no puede estar sin la otra.
 
Un corazón sin fronteras
Característico en don Orione es la visión universal de la salvación y del amor cristiano que él plasmó en su lema programático “Instaurare omnia in Christo”(Ef 1,10). Su corazón “católico”, universal, inspira todos sus escritos y está en la base de todas sus actuaciones.
Hay una página de admirable sencillez y de mística intensa que nos puede introducir en la comprensión de lo que significa “un corazón dilatado por la caridad de Dios”. San Luis Orione, pocos meses antes de su muerte, cantó la universalidad de la Divina Misericordia en este Cántico de las almas:
No saber ver ni amar en el mundo, más que las almas de nuestros hermanos.
Almas de pequeños, almas de pobres, almas de pecadores, almas de justos, almas de extraviados,
almas de penitentes, almas de rebeldes a la voluntad de Dios,
almas de rebeldes a la Santa Iglesia de Cristo, almas de hijos perversos
almas de sacerdotes malvados y pérfidos, almas agobiadas por el dolor,
almas blancas como palomas, almas simples, puras, angelicales, de vírgenes,
almas hundidas en las tinieblas de los sentidos y en la baja bestialidad de la carne,
almas orgullosas del mal, almas ávidas de poder y dinero,
almas llenas de sí, que no se ven más que a sí mismas, almas perdidas que buscan un camino.
Almas dolientes que buscan un refugio o una palabra piadosa,
almas que aúllan su desesperación, su condenación,
o almas embriagadas con la embriaguez de la verdad vivida:
Cristo las ama a todas, Cristo murió por todas,
Cristo las quiere salvar a todas entre sus brazos y en su Corazón traspasado.
Nuestra vida sea un canto y un holocausto de fraternidad universal en Cristo.
Ver y sentir a Cristo en cada persona.
Hemos de tener en nosotros la música profundísima de la caridad.
Yo lo único que siento es una infinita, divina sinfonía de espíritus, que palpitan junto a la Cruz, y la Cruz destila por nosotros gota a gota, a través de los siglos, la sangre divina derramada por cada alma.[4]
El Cántico de las almas de don Orione es fruto de la contemplación de las miserias humanas y de la misericordia divina, nace en el corazón de un hombre bueno, que ha llegado a ser padre misericordioso de las almas. Las almas están en sus pensamientos y sentimientos porque se ha dejado involucrar en la misericordia redentora de Cristo.
Por esto don Orione quiere abrazar a todos, quiere que ningún alma se pierda. Fue el propósito y la gracia que pidió a Dios en su primera misa y terminó siendo la síntesis de su vida: “¡Que toda esta pobre vida mía sea un solo cántico de divino amor en la tierra, porque yo quiero que sea –por tu gracia, oh Señor-, un sólo cántico de divina caridad en el cielo! ¡Caridad!¡Caridad!¡Caridad!”.[5]
 
Amor hacia los más alejados de Dios
Don Orione fue – porque lo quiso ser- “el sacerdote de aquellos que no van a la iglesia”.
 Hay un escrito que revela plenamente el alma de don Orione y la idea que él tiene del sacerdocio.
“La finalidad del sacerdocio es la de salvar almas e ir detrás de ellas, especialmente, de aquellas, que alejándose de Dios, van a la perdición. Esas tienen preferencia, no de ternura, sino de paterno consuelo y ayuda en el regreso, dejando, si fuera preciso, aquellas menos necesitadas de asistencia. Jesús no vino para los justos, sino para los pecadores: “Por lo tanto, oh mi Dios, presérvame de la funesta ilusión, del diabólico engaño de creer que yo como cura deba ocuparme sólo de quien viene a la iglesia y frecuenta los sacramentos (...). Que yo no olvide jamás, que el ministerio que me ha sido confiado es ministerio de misericordia”.[6]
El ministerio de la misericordia es, para don Orione, la sustancia de su sacerdocio y el horizonte permanente de su acción caritativa. Es también un claro indicador de su santidad, porque “una señal –decía Cassiano- de que el alma ha sido purificada con el fuego divino es la capacidad para tener compasión de los pecadores”.
Un hecho en la vida de don Orione puede ayudarnos a fijar el valor y el comportamiento del ministerio de la misericordia.
Cuenta cómo años atrás, predicando una misión en un pueblo, había dedicado la última tarde para hablar de la misericordia de Dios. Durante la charla, no sabe por qué, dijo: “Incluso si alguno hubiese puesto veneno en el plato de su madre y la hubiese llevado de esta manera a la muerte, si está realmente arrepentido y se confiesa, Dios, en su infinita misericordia, está dispuesto a perdonarle su pecado”. Terminada la predicación se quedó confesando hasta la media noche y, después, se puso en camino a pie hacia Tortona. El tiempo no podía ser peor, nevaba y todo estaba cubierto de nieve. Envuelto en la capa descubrió que, a la salida del pueblo, había alguien que lo esperaba. “Reverendo, ¿usted es don Orione? ¿Ha sido usted quien ha predicado esta tarde en la iglesia? Bien, quisiera saber si lo que ha dicho esta tarde es verdad. Quisiera saber si de verdad es cierto que, incluso si alguien hubiera metido veneno en la comida de su madre, todavía podría ser perdonado”.
Sigue don Orione: “No recordaba de haber dicho esas palabras, pero le dije: ‘Por supuesto que es verdad. Basta que esté arrepentido de verdad, pida perdón a Dios y se confiese; cualquier pecado, por grande que sea, será perdonado; claro que para él hay misericordia y perdón’”. ‘Pues verá – dijo-, yo soy el que ha puesto veneno en el plato de su madre. Mi mujer y mi madre no se llevaban bien, y yo he matado a mi madre. ¿Podré ser perdonado?’. Y se puso a llorar. Me contó la historia de su vida y después se echó a mis pies: ‘Padre, confiéseme: yo soy el del veneno en el plato de su madre. Desde ese momento no he vuelto a tener paz. Han pasado tantos años. Desde entonces no he vuelto a confesarme’.
‘Bien –le dije enseguida, confortándolo- por la autoridad que he recibido de Dios, yo te puedo perdonar este pecado’. Se puso de rodillas y se confesó llorando y le di la absolución. Después se levantó y me abrazaba y me apretaba contra sí, siempre llorando, y no se terminaba de separar de mí, tal era la alegría que le invadía. También yo lloré, le besé en la frente y mis lágrimas se fundían con las suyas. Reemprendí el camino y llegué a Tortona todo calado. Esa noche me quité las botas y me eché sobre la cama, y soñé... ¿Qué soñé? Soñé con el corazón de Jesucristo; sentí el corazón de Dios, ¡qué grande es la misericordia de Dios!”.[7]
Este episodio es una parábola que ayuda a comprender la misericordia de Dios y el ministerio de la misericordia. Don Orione ha sido definido como “un rostro de la misericordia de Dios”. Y con este rostro era reconocido por la gente que a él recurría.
 
La conocida página de san Pablo (1 Cor 13, 1-8a) fue de imprescindible referencia en la vida de don Orione. [ VIDEO ]
“Nuestro Dios es un Dios apasionado de amor, Dios nos ama más que un padre a su hijo, Cristo Dios no ha dudado en sacrificarse por amor a la humanidad.
En el más miserable de los hombres brilla la imagen de Dios. Quien le da a un pobre, le da a Dios y tendrá, de la mano de Dios, la recompensa.
Oh, que la Providencia nos mande a los hombres de la Caridad. Como un día, de las piedras, Dios ha suscitado a los hijos de Abraham, así suscite la legión y un ejército, el ejército de la caridad, que colme de amor los surcos de la tierra, y calme finalmente a la afanada humanidad.
Seamos apóstoles de caridad, de amor puro, amor alto y universal, hagamos reinar la caridad con la dulzura del corazón, con el hecho de compadecernos, de ayudarnos mutuamente, dándonos la mano para caminar juntos. Sembrar con mano abierta, sobre nuestros pasos, obras de bondad y de amor, enjuguemos las lágrimas de quien llora.
Sintamos, oh hermanos, el grito angustioso de tantos otros hermanos nuestros, que sufren y anhelan a Cristo; vayamos a su encuentro como buenos Samaritanos, sirvamos a la verdad, a la Iglesia, a la Patria, en la caridad.
Mientras vibraba comentándo el himno de la caridad, don Orione observó “a partir de Cristo, la religión inspiró la caridad y con ella se fundió de tal manera, que el cristianismo sin caridad no sería otra cosa que indigna hipocresía”.
Don Orione evoca siempre la unidad vital entre la caridad en las palabras, caridad en el corazón, caridad en las obras, porque “la caridad tiene hambre de acción, es acción que sabe de eterno y de divino”.[9] “Eviten las palabras: tenemos los bolsillos llenos de palabras”[10]
Escribe: “Amemos a los hermanos, seamos misericordiosos. La caridad nos exige no apartarnos en una cómoda autosuficiencia, sino sentir y tener compasión activa por los dolores y necesidades de los demás, de los cuales no debemos mantenernos separados, mientras son una sola cosa con nosotros en Cristo. Mihi vivere Christus est”.[11]
Una vez más, la elocuencia de un episodio de su vida puede ilustrar mejor que cualquier otra cosa la concreción y la belleza del actuar con misericordia.
El 13 abril de 1920, don Orione celebraba los 25 años de su primera misa. Respondiendo a un sacerdote, compañero suyo en el seminario y amigo, que le felicitó con ese motivo, don Orione respondiéndole cuenta en una carta cómo celebró él esas “bodas de plata sacerdotales”:
          Querido don Casa: Aquí no se ha hecho mayor fiesta; no he querido que se hiciera fiesta por el XXV aniversario de mi sacerdocio. Ese día yo tenía que pasarlo en Bra, pero, en las vísperas, caí en la cuenta de que el querido clérigo Viano empeoraba, entonces me quedé en Tortona. La noche la pasé al lado de la cama de Viano y por la mañana celebré la Misa a los pies de la Madre de la Divina Providencia.
            Te cuento cómo pasé la hora de la comida. Viano empeoraba, pero se mantenía consciente. Hacía días que a pesar de las lavativas, no hacía de vientre, y al mediodía, sin embargo, no nos dimos cuenta, ni él tampoco, el caso es que no llegamos a tiempo, ¡pobrecillo!
            Y entonces el clérigo Don Camilo Secco, ahora subdiácono, que hace de enfermero, y es bien fuerte, levantó de la cama a nuestro querido enfermo, cambiamos toda la ropa, del enfermo y las sábanas, y así, mientras los demás almorzaban, con agua templada le lavé y limpié haciendo con nuestro querido Viano los humildes y santos oficios que una madre hace con sus niños.
            Miré en aquel momento al clérigo Camilo y le vi llorar. Estábamos cerrados en la enfermería para que nadie entrase, aunque llamaban con insistencia a la puerta para que bajáramos a comer; pero pensé que era mucho mejor realizar con amor de Dios y humildad aquella santa obra, verdaderamente de Dios, y decía para mí: esto es mucho mejor que todas las predicaciones que hice. Ahora veo que de verdad me ama Jesús cuando me da ocasión de purificar mi vida y santificar así este XXV aniversario de mi sacerdocio. Y me di cuenta de que nunca había servido a Dios en el prójimo tan sublime y tan santamente como en aquel momento, mucho mejor que en todas las obras hechas en los XXV años de ministerio sacerdotal. Deo gratias, Deo gratias.
            ¿Lo ves? Así nos amamos. Por la gracia de Dios que está con nosotros y por su divina misericordia, así nos amamos en Él. Ahora Viano rogará, por mí y por todos vosotros, hijos míos”.[12]
Cierto que las biografías y las hagiografías sobre don Orione nos llevan a pensar en su vida como un prodigioso desarrollo de la caridad, “a la cabeza de los tiempos”, y sus enseñanzas como fruto de sapientia cordis profética y clarividente. Pero es en hechos como los anteriores, en esos servicios “humildes y santos que una madre hace con sus hijos”, que se vuelven habituales por la misericordia en un alma inmersa en Dios, donde se ha de buscar la esencia de la misericordia cristiana.
 
Pasar de las obras de caridad a la caridad de las obras
El Papa Benedicto XVI, comentando la afirmación de don Orione “la caridad es la mejor apología de la fe católica”, dijo que
“las obras de caridad, ya sea como actos personales o como servicios prestados por grandes instituciones a las personas necesitadas, no pueden jamás reducirse a un gesto filantrópico, sino que han de ser siempre expresión tangible del amor providente de Dios. Para hacer esto –recuerda don Orione- se necesita estar “contagiados por la caridad suavísima de Nuestro Señor” mediante una vida espiritual auténtica y santa. Sólo así es posible “pasar de las obras de caridad a la caridad de las obras, porque –añade vuestro fundador- también las obras sin el amor de Dios, que les dé valor,  no sirven de nada”.[13]
La misericordia es un “dar con el pan del cuerpo el divino bálsamo de la fe”.[14] Inseparablemente. Es entonces cuando las obras de misericordia son evangelizadoras de por sí (“la caridad abre los ojos a la fe[15] y culto agradable a Dios (“ver y servir a Cristo en el hombre”.[16]
Las palabras de la oración para la misa en honor a san Luis Orione resumen su experiencia de la misericordia:
“Concédenos, Señor,
que ejercitemos como él las obras de misericordia,
para que los hermanos experimenten
la ternura de tu Providencia
y la maternidad de la Iglesia”.

AMEN.