jueves, 23 de marzo de 2017

DON ORIONE Y LA CUARESMA


Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien el amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo».
Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: Tengo sed.
Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca.
Después de beber el vinagre, dijo Jesús: «Todo se ha cumplido». E inclinando la cabeza, entregó su espíritu. (Jn 19,25-30)

Perseguido y traicionado inicuamente, hasta la misma cruz, imploró a su Padre celestial, con gran voz, el perdón para los bárbaros que lo habían crucificado. El, que había ordenado a Pedro que envainara su espada, y que no derramó jamás la sangre de nadie, quiso derramar toda su sangre divina, y su vida, por los hombres, sin distinción de judío o griego, romano o bárbaro [cf Col 3,11; Gál 3,28; Rom 10,12]: ¡Verdadero rey de paz: Dios, Padre, Redentor de todos!
Quiso morir con los brazos abiertos, suspendido entre el cielo y la tierra, llamando a todos ‑‑ángeles y hombres‑‑  a su Corazón abierto, traspasado: anhelando abrazar y salvar en ese Corazón divino a todos, a todos, a todos: ¡Dios, Padre, Redentor de todo y de todos! Jesús no hizo construir para sí un mausoleo, como los antiguos reyes; pero por todas partes se ven casas consagradas a su memoria, en las grandes ciudades como en los pueblos pequeños. Y aún en lugares despoblados, entre las nieves eternas, se levantan ermitas ‑ humildes refugios muy parecidos a la gruta de Belén ‑ con una cruz que evoca la obra de amor y de inmolación de Nuestro Señor Jesucristo; ¡esa cruz habla a los corazones del evangelio, de la paz, de la misericordia de Dios por los hombres!...




No fueron los milagros ni su resurrección los que me conquistaron, sino su Caridad: ¡esa caridad que venció al mundo!

Don Orione

¡¡¡ SOLO DIOS !!! DON ORIONE CONTEMPLATIVO EN LA ACCIÓN


Además del fuerte reflejo de la presencia de Dios que emanaba de su persona, Don Orione nos ha dejado no pocas páginas que testimonian su trabajo de purificación interior. “Ayer me encontraba en la habitación de un buen sacerdote en la que leí estas palabras: Sólo Dios!... Fue entonces cuando descubrí la razón de las penas presentes: descubrí que en mi trabajo en vez de tratar de agradar sólo a Dios, hacía años que estaba mendigando la alabanza de los hombres y a la búsqueda constante de alguien que me pudiese ver, apreciar, aplaudir, y llegué a esta conclusión: hay que comenzar una vida nueva ya aquí, y trabajar buscando sólo a Dios!”
Frente a esos momentos de cansancio y aridez que todos experimentamos en lo personal y en la vida de las comunidades, es bueno que recordemos que esas experiencias tampoco faltaron en los días de Don Orione y cuál fue su actitud en esos tiempos.

La voluntad de Dios que la Providencia nos manifiesta cada día es el camino más seguro a la contemplación. No necesariamente nos separamos de Dios cuando dejamos de orar, pero sí cuando dejamos de hacer su voluntad. Es la obediencia al proyecto de Dios la que nos hace santos. La experiencia de Dios en el pobre y la obediencia a la voluntad de Dios, son en Don Orione el camino real que conduce a ser espíritus contemplativos y activos.